En pleno barrio de Caballito una feria de libros, revistas y discos usados que parece traída de otro siglo está abierta todos los días.
El parque que la aloja fue inaugurado en 1928 y construido en los terrenos de una antigua finca de la familia Lezica, también propietaria de las tierras sobre los que se estableció el Parque Centenario.
Ocupa una superficie de 6 hectáreas y, al igual que muchos de los espacios verdes más importantes de la ciudad, fue diseñado por el prestigioso paisajista francés Carlos Thays. Su gran arboleda rodea el pequeño lago artificial ubicado en el centro del parque, vecino al anfiteatro.
Entre sus esculturas, se encuentra el Monumento a la Madre, de Luis Perlotti y uno dedicado al Libertador Simón Bolívar. Hay además una antigua noria (única construcción original de la época en que el parque pertenecía a la familia Lezica) que funciona como fuente y una pista de patinaje para chicos. Durante los domingos funciona además, en una de las entradas principales al parque, una feria dedicada a la venta, compra y canje de artículos relacionados con la filatelia y la numismática.
¡Cuántas memorias y recuerdos de niños corriendo por esos caminos internos! ¡Cuántas patadas de pelota o vueltas en bicicleta encierra este oasis en la jungla de cemento!
El vendedor de pochoclos o los titiriteros de los domingos hoy conviven con las ferias «Market» o los encuentros de coleccionistas, y esa calesita que está por la calle Rosario sigue girando, como cuando éramos chicos, con música divertida y sonrisas en todas las vueltas.
El parque es como el patio de atrás de muchos de los niños y los no tan niños que dejaron depositadas muchas horas de su infancia entre la gramilla verde. Hoy vemos a los deportistas correr, a los caminantes respirar hondo y disfrutar del aire purificado por las especies plantadas allí hace mucho tiempo atrás.
Entre las leyendas e historias del parque están la de la planchadora de los Lezica que apareció degollada en el Ombú que se encuentra próximo a la avenida Rivadavia, en el que afirman que los martes por la noche suele seguir apareciendo y la historia de la «Fuente de la doncella»del escultor catalán Josep Llimona Bruguera, también conocida como fuente catalana, que fue emplazada en 1931 pero luego de un traslado temporáneo a Plaza San Martín fue devuelta al parque en el año 2009.
Vidaviajera recorrió este espacio verde que continúa guardando los secretos de antaño y depositando en el juego de cada niño, un recuerdo que lo obligará volver algún día para recuperarlo.
Fuente Entur/vidaviajera
Vida Viajera
Deja tu comentario