Vidaviajera se dio el gusto de volver a Cervantes II, el clásico de Congreso. No tiene glamour, no es un bodegón, no es una parrilla pero si es un comedor bien argento. Con platos abundantes y manteles de papel de almacenero, los dos salones son el lugar en dónde el ruido y el bullicio se entremezclan con los aromas de las comidas bien caseras que allí se preparan.
Cervantes es un comedor por excelencia, volvimos después de 15 años a sentarnos en las mismas mesas con los mismos manteles de papel almacén (al mejor estilo del desaparecido Pippo).
Los precios son muy económicos y las porciones son para compartir, una escueta pero razonable carta de vinos acompaña los platos y las sugerencias de la cocina.
Tomamos un Lopez 3/4 $900 y pedimos un Bife de chorizo Cervantes, un muy tierno ejemplar acompañado de ensalada rusa, remolacha, jamón cocido, huevo y papas españolas. Cumplió su objetivo y el precio es más que acomodado $2150.
El lugar, ambientado en los 90, y sin cambios desde los 90, tiene buena refrigeración y te recomendamos llegar temprano si no querés tener una espera de más de una hora.
Buena atención, sin puntos flojos teniendo en cuenta la relación precio calidad, seguramente volveremos.
Te compartimos el ticket para que saques tus propias conclusiones
Comimos cuatro personas en forma abundante y con calidad.
Queda en Juan Domingo Perón casi Riobamba, a sólo dos cuadras del Congreso Nacional.
Vida viajera
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